miércoles, 12 de marzo de 2014

Entreescritores. Apuntes sobre el estilo empleado en la saga de Aristarco de Alejandría






















Estas dos novelas de la saga en formato epub las subí personalmente en su día a la elitista plataforma de Entreescritores, en la que obtuvieron un nivel de lecturas y aceptación muy aceptables. La idea era someter dos obras a una serie de lectores algo más sofisticados de lo habitual. Los comentarios se incluyen en otra entrada del blog. Como podrá verse, existe un denominador común en cuanto a las referencias del estilo que empleé en ellas. Este es un tema que ha salido una y otra vez en relación a la prosa empleada en la saga. Desde mi óptica, el ambiente y el personaje de Aristarco merecían una perfecta ambientación y un estilo sofisticado, propio de la literatura clásica. No perdí de vista el problema que podría suscitarse entre un gran número de lectores de hoy en día, acostumbrados a la literatura de consumo. No obstante, siempre existirán los buenos lectores, para quienes el arte que representa una obra literaria, no radica solamente en la historia que se cuenta. El buen lector es capaz de ver y sentir los matices artísticos de la obra, aquellos que empleó el autor a la hora de crearla y vestirla. Al mismo tiempo que siguen la trama, se embelesan con las palabras, la sintaxis -tienen en cuenta la cacofonía- y el estilo. Son lectores lentos y aplicados, para quienes un libro deja una huella indeleble. No así para quien solo se queda en la superficie, en la mera historia, que una vez leída, apenas ya se recuerda. Para quienes sientan la curiosidad de saber si se es un buen lector o no, recomiendo en notorio ensayo del insigne C.S. Lewis al respecto. De todas formas, es muy fácil comprobar. En la historia de la literatura se dan como obras maestras una serie de títulos, ya sean de Flaubert, Duval, Dickens, Dumas, Emingway, Conrad, Kipling o Fitzgerald. Un puñado de autores y obras inmortales, cuya valía es por todos reconocida. Bien, lo más sencillo es coger una de estas obras y comprobar el efecto que produce. El mal lector, que necesita de un estilo simple lleno de clichés y donde la historia lo es todo, seguramente no pase de las diez primeras páginas. Este tipo de lector tampoco apreciaría las sutilezas de un obra pictórica o de una pieza musical. De cualquier forma, y a pesar de que escribo para mi placer y el placer de los buenos lectores, me gusta aplicar fórmulas específicas a determinados trabajos. Hacer igual con todo, como ocurre con la mayoría de escritores, incapaces de trascender su propio estilo, es como pelear con diferentes tipos de combatientes, empleando siempre un mismo método. Todo lo contrario, si uno es un experto luchador, aplicará una estrategia diferente para cada ocasión, con el fin de vencer a sus oponentes. Así pues, si escribo una obra juvenil, u otra dentro de un ambiente y contexto diferentes, aplicaré a su vez un estilo nuevo derivado del raíz. Aunque siempre, claro está, rehuiré la vulgarización.




No hay comentarios:

Publicar un comentario