Escribir sobre Bruce Lee no representa un gran esfuerzo; es un personaje
atractivo y carismático que nos embelesa a poco que lo veamos, ya sea en
películas, en fotos, o incluso leyendo sobre él. Lo verdaderamente difícil es
desarrollar un trabajo sin dejarse llevar por la emoción personal y los
afectos, lo cual creará un filtro instantáneo, a través del cual resultará
imposible ser objetivos, y donde todo análisis dejará de ser fiable.
Si algo he aprendido de la filosofía de Bruce y de mi paso por la vida,
después de haber recorrido un buen trecho del camino, es lo difícil que
representa expresarse con la honestidad que tanto abanderaba. Seguir su luz no
es tarea fácil, entre tanto la vida está llena de intereses, oscuridad y poder.
De hecho, él mismo tuvo su dificultad para hacer llegar al público los
conceptos filosóficos de su mensaje liberador. Tanto, como para decidir cerrar
las escuelas que fundó. Este prisma se expande y magnifica tras su muerte,
cuando él ya no puede tomar control sobre su obra y sus deseos. Todos sabemos
cómo procesamos el pasado y lo reconvertimos según nuestra comodidad y
percepción, ajustada a lo que sabemos, o creemos saber.
Llevar a la práctica la filosofía de Bruce en las artes marciales y en la
vida, requiere esfuerzo y dolor; principalmente porque nos exige abandonarlo
una vez nos hemos realizado. Quedarnos pegados a su vera, no sólo representa
nuestra involución, sino que también no hemos asimilado, ni llevado a la
práctica sus consejos. Esto no quiere decir que tengamos que prescindir de los
momentos de felicidad que nos regala su sabiduría; tan sólo que debe ser una
cosa más entre el gran universo que nos rodea. Sin mayor importancia. Pero los
seres humanos tendemos a apropiarnos, diseccionar y congelar a nuestro lado
todo aquello que nos gusta. Por este motivo, si te quedas en Bruce Lee, si
permaneces siempre en su luz, dejas de evolucionar hacia tu propia realidad,
que no es otra que la de expresarte como ese genuino e indivisible ser humano
que él preconizaba.
He vivido lo suficiente para asimilar y completar las experiencias que
Bruce no tuvo a causa de su repentina muerte, desarrollándome al ciento por
ciento a través de sus indicaciones, percepciones y reseñas filosóficas, amén
de las psicológicas. Sí es cierto que fue muy duro dejar el bote que me
permitió cruzar al otro lado, y no cargarlo a mis espaldas como un pesado
lastre. En compensación, he visto y sentido cómo su legado germinaba en mis
entrañas, convirtiéndome en maestro, ensayista y escritor, alejado del mito, y
de todo aquello que afloraba en la superficie; porque el Bruce Lee que solemos
conocer en primera instancia, sólo es la punta del iceberg. Sus películas y
fotos son el anzuelo y las redes con las que atrapa sus peces.
José Ramón Sales
José Ramón Sales
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